Un día antes de saltar al vacío, Lizhi se había reincorporado a su puesto. Durante la noche, escribió un poema titulado “En mi lecho de muerte”: "Quiero tocar el cielo, sentir ese azul tan ligero/ pero no puedo hacerlo, así que dejaré este mundo./ Todos los que han oído de mí/ no se sorprenderán de mi marcha".
Fueron los amigos y compañeros de Lizhi quienes recopilaron sus textos, los tradujeron al inglés y los publicaron en internet como quien lanza cenizas al viento. Para muchos migrantes y obreros jóvenes, las palabras de Lizhi se han convertido en un símbolo: fue él quien devolvió la voz a una generación silenciosa y mecanizada, sepultada por las cifras y los informes de las ONG's.
El suyo fue el grito de todos.
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