De manteles largos el panismo, al menos en la cuestión simbólica, porque al parecer, no hay nada que festejar, así se escuchó los discursos de los panistas bajo la estatua de su máximo líder moral después del Papa tal vez, el fascistoide Manuel Gómez Morín.
Y es que aunque no se veía tanta asistencia tal vez desde los ochentas, la banqueta de la deportiva frente a la secretaría de Desarrollo Rural se abarrotó de figuras y figurines azules, muy protocolaria la celebración, en esta ocasión faltaron sillas y eso que algunos aguantaron el sol de frente, la gota gorda, pues ahora como funcionarios públicos la mayoría de ellos tuvieron que robarse un poco de su tiempo como burocracia para asistir el evento partidista.
Los panistas celebraron el natalicio 120 de uno de los principales fundadores del PAN, en aquellos tiempos donde gobernaba un presidente socialista, Lázaro Cárdenas, oportunamente para la derecha empresarial y religiosa, un partido vino a unificar las fuerzas conservadoras que había diluido la revolución mexicana, en una institución.
Los burgueses se vieron representados e hicieron una amalgama de intereses, empresarios de todo el país pero principalmente del norte y del bajío, descendientes de hacendados españoles que veían como las políticas socialistas de Cárdenas y como la repartición de tierras, los ejidos, imagine usted a los dueños del Rancho chihuahuense repartiendo ejidos, no estaban contentos con el socialismo agrario.
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