"La privatización de México" (Revista Proceso, 18
de octubre, 2015)
Por: John M. Ackerman
Tomado de: Soberanía Popular
Si el Senado de la República aprueba el Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) negociado en sigilo
por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, con el gobierno de Barack
Obama y otros siete países, estará entregando la nación entera en bandeja de
plata a los intereses más oscuros del planeta. Con el TPP, el sistema jurídico
nacional en su conjunto se subordinaría a los caprichos de las grandes empresas
trasnacionales. Los únicos fines de estas corporaciones son el lucro para sus
dueños y la manutención de la hegemonía económica, política, cultural y militar
de Estados Unidos.
A juicio de Guajardo y su jefe Enrique Peña Nieto, México no
es una nación soberana, sino simplemente un “esquema-país” (véase:
http://ow.ly/TrknF) cuya función principal es generar oportunidades de negocios
para los hombres y las mujeres más adinerados del mundo. Para el gobierno
actual no importan la devaluación del peso, la profundización de la pobreza y
la desigualdad, el raquítico crecimiento económico, el desplome en el precio
del petróleo o el aumento en el costo de la canasta básica. Todos estos
fenómenos son preocupaciones menores, ya que solamente afectan a los más
vulnerables y necesitados dentro de un país, México, que estos funcionarios desprecian
profundamente. Lo importante es mantener en forma la máquina mexicana de apoyo
a las redes de poder global.
El TPP es un documento secreto al que solamente unos cuantos
oligarcas apátridas y políticos corruptos tienen acceso. Sus 30 capítulos no se
han dado a conocer al público por el explosivo rechazo popular que podrían
generar dentro de los países que negocian el acuerdo: Estados Unidos, México,
Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Brunei y Vietnam. La
estrategia de negociación y aprobación del acuerdo internacional se parece
mucho a la del “Pacto por México” utilizada en México para imponer la
contrarreforma energética. Primero se realizan negociaciones y pactos secretos
entre políticos, empresarios y funcionarios sin ninguna participación de la
sociedad civil. Posteriormente, las reformas consensadas son presentadas a
última hora y aprobadas sin deliberación alguna en clara violación de las
prácticas y los reglamentos parlamentarios.
El TPP es aún más peligroso que la reforma energética. Las
modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales publicadas el 20 de
diciembre de 2013 en el Diario Oficial de la Federación entregan los recursos
nacionales a las corporaciones petroleras y energéticas. Pero el TPP coloca al
país entero al servicio de las trasnacionales y de Washington.
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