jueves, 12 de marzo de 2015

"El Rey Peña"

Peña Nieto y familia en visita "de Estado" a Inglaterra
La visita de Enrique Peña Nieto y su familia a la reina Isabel II en Buckingham Palace ofreció una excelente estampa de la putrefacción de la política nacional. En medio de una crisis nacional de proporciones históricas, con la violencia desbordada, la economía en picada y los derechos humanos en vilo, el inquilino de Los Pinos otorgó a su esposa e hijas unas vacaciones pagadas en Londres. Se confirmó que Peña Nieto no es en realidad el primer mandatario del país, sino un simple ornamento que desperdicia recursos públicos, igual que la misma reina de Inglaterra.

Isabel II ascendió al trono el 6 de febrero de 1952, funge simultáneamente como la gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra y es el jefe de Estado con más años en el poder del mundo. Representa con todas sus letras el autoritarismo más retrógrado. Con razón Peña Nieto se sentía como en casa durante la cena de gala y lucían tan sonrientes y contentos los integrantes de la comitiva presidencial, que incluía a Gerardo Gutiérrez Candiani, del Consejo Coordinador Empresarial, y a José Antonio Fernández, de FEMSA-Coca-Cola. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), fundado en 1946, ha controlado los destinos de la nación mexicana desde hace aún más tiempo que la reina Isabel II. Ambos comparten los mismos valores y prácticas de desprecio hacia el pueblo humilde y de derroche parasitario de los ingresos estatales.

La cobertura mediática lisonjera de la visita “de Estado” buscó fomentar la perversa fascinación del pueblo mexicano por las monarquías. Por ejemplo, las reiteradas menciones a la ridícula carroza del “Jubileo de Diamante” en que se transportaron juntos Peña Nieto e Isabel II, con un valor de 4.7 millones de dólares y con 260 zafiros y 48 diamantes incrustados, tienen el efecto de que parezcan normales los gastos insultantes de Peña Nieto, su gabinete y los exgobernadores priistas en sus residencias de lujo, aviones barrocos, departamentos en el extranjero y cuentas bancarias en Suiza. Tanto aquellos dispendios de Peña y sus cómplices como los de la primera dama y sus hijas en Inglaterra escogiendo entre los vestidos y las joyas más caros del mundo, para fingir que ellas también son parte de la realeza, deben ser motivo de indignación, no de celebración...

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