COMENZAR POR EL MEDIO (Crónica)
Por Yessica Tzunalli
27 de octubre de 2016. Fraccionamiento Villas de Salvarcar.
Nunca he vivido en una colonia así. Me mude a Villas de Salvárcar, en el suroriente de la ciudad, el 16 de mayo de este año, llegué confundida, decepcionada y molesta con lo que dejaba atrás; pero eso serán letras de otro escrito.
El lugar me pareció desconocido. Sentí miedo de transitar por algunas de sus calles. La casa donde ahora vivo en principio me pareció misteriosa. La vi diferente a las demás. Está en una esquina con murales en sus paredes y no tiene barandal, lo que en apariencia la hace ver insegura. Al entrar, sentí mucha curiosidad al ver libros por todas partes de varios tamaños, texturas y contenidos. Subí las pequeñas escaleras, donde me dejé tomar una foto, y ya en el cuarto de arriba vi por la ventana el patio donde al paso de los días yo misma ayudaría a sembrar algunos árboles frutales: un durazno, un ciruelo, parras, un manzano, un pistache y un nogal que el sol ardiente de este verano casi doblega.
Mi percepción de los movimientos y sonidos del ambiente aumentó al paso de las semanas. El ir y venir de los carros en la colonia comienza a las cinco de la mañana. Los camiones de transporte de personal son puntuales a las doce de la noche, seis de la mañana y cuatro de la tarde. Suben y bajan en su mayoría obreras de maquila. Escucho pasar todas las tardes por el parque que está frente a la casa un carro vendiendo elotes …con chile, queso, crema, mantequilla los elotes ¡vaya que se venden los elotes! Al mes, empecé a escuchar otro audio …elotes, elotes, elotes calientitos, enteros y de vaso. Es algo cómico salir corriendo tras el carro de los elotes.
A eso de las cinco de la tarde, jóvenes y niños salen a jugar al parque y se encuentran con sus amigos. Me parecen diferentes a los que yo topaba por donde vivía en el centro de la ciudad. Son un poco más truchas, más vivos y despiertos. Eso creo. Cuando riego los árboles por la tarde, los veo ir por tortillas o refrescos de sus casas a la tienda de la esquina. No termina de sorprenderme el verlos ya entrada la noche reuniéndose en una de las banquetas del parque para bailar reguetón y entre perreo y perreo acariciar sus no desarrollados cuerpos. Son los mismos niños que se cantan en sus cumpleaños las manañitas en plena calle, con mensajes escritos en cartulinas y echándose porras. Lo que más atrapa mi atención son las jovencitas, el ver como se visten, maquillan, su caminar exagerado para llamar la atención de los chavos que por ahí rondan. También veo pasar la policía, le dan despacio por donde van caminando ellas, veo como las ven y a veces alcanzo a oír cuando les dicen cosas a su paso.
Los sábados y domingos desde temprano empieza en el parque el ajetreo de los partidos de béisbol. Escucho a mujeres echando porras a sus hijos, gritando a pecho abierto y palmeando con fuerza Buenas tardes, los saluda la porra de los dragones, les deseamos buena suerte y que ganen…; una pequeña troca pasa frente a mí vendiendo Señora ama de casa, venga y lleve la oferta de la limpieza: una escoba, un trapeador y un recogedor; los tres artículos por 55 pesos. Al ir por queso a la tienda escucho del otro lado de la cuadra …agua purificada hasta la puerta de su casa, ándele, sálgale señora, mande a su hijo, mande a su hija, pero mejor mande a su viejo por su garrafón de agua; y me he topado un carro pequeñito vendiendo frutas y verduras que me hace preguntar dónde cabrá todo aquello. El sonido de estos carros es muy vivaz, se escucha varias calles a la redonda y los perros alborotados comienzan a ladrar, en realidad siempre ladran, desde la madrugada, ladran a cualquier persona que ven pasar, al camión de la basura que nos visita los días martes, jueves y sábados. En la colonia hay una tortillería, una peluquería y seis tiendas de abarrotes que abren todos los días, excepto la que está frente a mi casa, que cierra los domingos porque sus dueños van a su culto cristiano. Algunas vecinas se topan en la banqueta y se saludan rápidamente.
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Radio Marginal
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