Tomado de: Koinonia
Golpe de 1964 y de 2016: el mismo golpe de clase
2016-09-08
Entre el golpe de 1964 y el golpe de 2016 hay una
connaturalidad estructural. Ambos son golpes de clase, de los dueños del dinero
y del poder: el primero usa a los militares, el otro al parlamento. Los medios
son diferentes pero el resultado es el mismo: un golpe con ruptura democrática
y violación de la soberanía popular.
Veamos el golpe de 1964. René Armand Dreifuss en su monumental
tesis en la Universidad de Glasglow: “1964: la conquista del Estado, acción
política, poder y golpe de clase” (Vozes 1981) –un libro de 814 páginas,
326 de las cuales son documentos originales– dejó claro que: «lo que hubo en
Brasil no fue un golpe militar, sino un golpe de clase con uso de la fuerza
militar» (p. 397).
El asalto al poder del Estado fue tramado por el general Golbery
de Couto y Silva sirviéndose de cuatro instituciones que difundían la idea del
golpe: el Instituto de Investigaciones y Estudios Sociales (IPES), el Instituto
Brasilero de Acción Democrática (IBAD), el Grupo de Análisis de Conyuntura (GLC)
y la Escuela Superior de Guerra (ESG). El objetivo manifiesto era: «readecuar y
reformular el Estado» para que se adecuase a los intereses del capital nacional
y transnacional. He aquí el carácter de clase del golpe.
El asalto al Estado se dio en 1964 y en toda su dureza en 1968 con
represión, tortura y asesinatos. El Régimen de Seguridad Nacional pasó a ser el
Régimen de Seguridad del Capital.
Para el golpe de 2016 tenemos una minuciosa investigación del
sociólogo y expresidente del IPEA, Jessé Souza “La radiografía del golpe”
(Leya 2016). Semejante al golpe de 1964, Jessé desvela los mecanismos que
permitieron a la élite del dinero ser la organizadora del golpe, realizado en
su nombre por el parlamento. Por lo tanto, se trata de un golpe de clase y parlamentario.
Además de esto, Jessé enfatiza «que todos los golpes, inclusive el
actual, son un fraude bien perpetrado por los dueños del dinero, que son los
reales ‘dueños del poder”. ¿Quién compone esa élite? «La élite del dinero es
ante todo la élite financiera, que dirige los grandes bancos y fondos de
inversiones y lidera otros sectores de adinerados como el del agronegocio, la
industria (FIESP) y el comercio, secundada por los medios de divulgación que
deforman y falsean sistemáticamente la realidad social como si fuese “tierra
arrasada y país fallido” (es exageración), escondiendo los intereses
corporativos detrás del fraude golpista».
El motor de todo el proceso, reafirma Jessé, es la voracidad de la
élite del dinero para apropiarse de la riqueza colectiva sin trabas, con otros
socios como los medios ultraconservadores, el complejo jurídico-policial del
Estado y una parcela del STF (piénsese en Gilmar Mendes).
El proceso dedestitución (impeachment) fue a parar al
Senado. Este promovió la destitución de la Presidenta Dilma por delito de
responsabilidad fiscal. Los principales juristas y economistas, además de
notables testimonios durante las audiencias y de los informes oficiales de
varias instituciones, negaron rotundamente la existencia de responsabilidad. La
mayoría de los senadores ni se tomó la molestia de oír las consultas con
especialistas altamente calificados pues ya habían tomado previamente la
decisión de deponer a la presidenta.
El audio de la conversación entre Romero Jucá, ministro de planeamiento,
y el exdiretor de Transpetro Sergio Machado, revela la trama: “meter a Michel
en un gran acuerdo nacional con el Supremo y con todo; ahí se para todo… y se
detiene la sangría del Lava Jato”. Uno de los motivos del golpe era también
librar del brazo de la justicia a los 49 senadores (de 81) indiciados o
implicados en corrupción. De esta forma, con excepción de los valerosos
defensores de Dilma, ese tipo de políticos sin moral, decidieron deponer a una
mujer honesta e inocente.
Condenar sin delito es golpe. Golpe de clase y parlamentario.
Golpe significa violar la constitución y traicionar la soberanía popular por
cuya fuerza Dilma Rousseff fue elegida con 54 millones de votos.
Ayer en 1964, y hoy en 2016, ya sea por vía militar o por vía
parlamentaria, funciona la misma lógica: las élites económico-financieras y la
casta política conservadora practican la rapiña de gran parte de la renta
nacional (Jessé apunta a 71.440 personas, sólo el 0’05% de la población) contra
la vida y el bienestar de la mayoría del pueblo, sometido a la pobreza. Buena
parte del Congreso es cómplice de este golpe. En él prevalece mayoritariamente
la misma intencionalidad estructural de garantizar el statu quo que favorece sus privilegios y sus
ganancias.
El proyecto del PMDB “Un puente para el futuro”, de un descarado
neoliberalismo como para enrojecer, revela el propósito del golpe: reducir el
Estado, disminuir los salarios, liquidar la política de revalorización del
salario, cortar gastos de los programas sociales, privatizar empresas
estatales, especialmente el Pré-Sal, desvincular gastos obligatorios de la
salud y de la educación, reducir al mínimo todo lo que tiene que ver con la
cultura, los derechos humanos, las mujeres y las minorías. El ministerio está
formado por blancos y en gran parte acusados de corrupción. No hay mujeres ni
negros ni representantes de las minorías.
Estamos ante un espantoso retroceso político-social, que agrava la
desigualdad, nuestra perversa llaga social, y vacía las conquistas sociales de
trece años de los gobiernos Lula-Dilma.
Hay resistencia y oposición multitudinaria en las calles de
fuertes grupos sociales y de intelectuales que no aceptan un presidente
conspirador y sin credibilidad. La solución serían unas elecciones generales y
mediante la soberanía popular se escogería un nuevo presidente que de hecho
representase al país.
Video sobre la Dictadura Brasileña 1964-1985:
Sobre el mismo tema:
Este lunes, 31 de marzo de 2014, Brasil
recuerda —más que celebra— los 50 años del movimiento que derrocó al Gobierno
del presidente João Goulart e instauró el régimen militar de 1964. Es un
periodo de la historia que aún permanecerá mucho tiempo rodeado de
controversias, empezando por la definición de qué pasó realmente en el país.
Para los militares, en 1964 hubo una “revolución” en Brasil, cuyos principales
objetivos serían la restauración del orden público, controlar la indisciplina
en los cuarteles e impedir la toma del poder por parte de los comunistas. Según
ese punto de vista, por lo tanto, se trató más de una “contrarrevolución” que
de una “revolución”. Un concepto totalmente distinto puede observarse
actualmente en las redes sociales, en la prensa y en los discursos de la sociedad
civil, que por norma general definen 1964 como un “golpe militar” que instauró
en Brasil una “dictadura”. Ver aquí:
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