martes, 4 de octubre de 2016

COLOMBIA INVISIBLE


Recordemos que Colombia, aparentemente, es una democracia.

Lo dicen la ONU y otras organizaciones internacionales de derechos humanos: la casi totalidad de muertes son producidas por agentes del Estado y sus paramilitares. La inmensa mayoría de asesinados no son guerrilleros ni sus posibles colaboradores. Bien lo expresa Unai Aranzadi, el director del documental La Colombia invisible: “Si superponemos el mapa de la presencia de las multinacionales y de los grandes megaproyectos económicos, sobre el mapa de la presencia paramilitar, veremos que coinciden perfectamente.” Además de tener más efectivos en sus Fuerzas Armadas que cualquier otro país de América Latina, se calcula que 20.000 paramilitares están bajo su mando, sembrando el terror, haciendo el trabajo sucio y financiándose con el tráfico de cocaína.


El trabajo de Unai se titula La Colombia invisible porque muestra una Colombia que no existe para los grandes medios hegemónicos de comunicación. Ellos relegan a la insignificancia el dolor y la muerte de miles y miles de humanos, quizás porque casi todos son pobres. Nada importa que se descuarticen mujeres, bebés, adolescentes y ancianos a machete o motosierra; que para desaparecer los cuerpos sean arrojados a lagunas repletas de cocodrilos, criados para tal fin, o quemados en incineradores, como lo hizo el nazismo. Hace pocos años se encontraron más de dos mil cadáveres en una fosa: el Ejército nada sabía, aunque pocos metros la separaban de una instalación militar. Esto no existe para el mundo, porque la gran prensa oculta o tergiversa. O las dos cosas.


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