Recordemos que Colombia,
aparentemente, es una democracia.
Lo dicen la ONU y otras
organizaciones internacionales de derechos humanos: la casi totalidad de
muertes son producidas por agentes del Estado y sus paramilitares. La inmensa
mayoría de asesinados no son guerrilleros ni sus posibles colaboradores. Bien
lo expresa Unai Aranzadi, el director del documental La Colombia invisible: “Si
superponemos el mapa de la presencia de las multinacionales y de los grandes
megaproyectos económicos, sobre el mapa de la presencia paramilitar, veremos
que coinciden perfectamente.” Además de tener más efectivos en sus Fuerzas
Armadas que cualquier otro país de América Latina, se calcula que 20.000
paramilitares están bajo su mando, sembrando el terror, haciendo el trabajo
sucio y financiándose con el tráfico de cocaína.
El trabajo de Unai se titula La
Colombia invisible porque muestra una Colombia que no existe para los grandes
medios hegemónicos de comunicación. Ellos relegan a la insignificancia el dolor
y la muerte de miles y miles de humanos, quizás porque casi todos son pobres.
Nada importa que se descuarticen mujeres, bebés, adolescentes y ancianos a
machete o motosierra; que para desaparecer los cuerpos sean arrojados a lagunas
repletas de cocodrilos, criados para tal fin, o quemados en incineradores, como
lo hizo el nazismo. Hace pocos años se encontraron más de dos mil cadáveres en
una fosa: el Ejército nada sabía, aunque pocos metros la separaban de una
instalación militar. Esto no existe para el mundo, porque la gran prensa oculta
o tergiversa. O las dos cosas.
Fuente: https://vimeo.com/99620123
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