Abril 2017, Chihuahua
capital.
Violencias de terciopelo azul
Por: Luis Iván Tarín
Alcalá
Maru Campos arrecía el terror e
impulsa sus multas a la “Seguridad Pública”.
Ante la herencia de la Guerra vs el Narco de Felipe Calderón, en nuestros
días intensificada, la actual alcaldesa re-continúa la labor milico-policiaca
en la ciudad de Chihuahua. Dos intenciones brincan a la luz, incrementar la
recaudación de impuestos y ser coparticipe de la administración del terror,
como jefa de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM), en el
incremento de los operativos anticonstitucionales y retenes policiacos.
El regreso del panismo a nivel
estado de Chihuahua, ha vendido acompañado de un recrudecimiento de la
violencia. El mínimo respeto por los Derechos Humanos se esfumó. Los operativos
policiacos, la multiplicación de las células mixtas, los retenes de tránsito y
policiales, así como las revisiones por “sospecha”, por “rutina”, vuelven a la
orden del día. Como no puede venir una cosa sin la otra, los abusos, las
vejaciones y la falta de respeto a los derechos humanos vienen de la mano de
cualquier política militar.
Los tiempos de Patricio Martínez
en donde se experimentó una cacería de brujas moderna, han vuelto. Salir a la
calle y tener apariencia disímil y/o de escasos recursos, que para el caso es
lo mismo, es el requisito mínimo para que seas hostigado, revisado y hasta
arrestado por no aceptar ser humillado de parte de las policías. Caminar en las
calles se convirtió en un delito. Además del ya peligroso y riesgoso hecho de
salir a la vía pública en las ciudades, de uno de los estados más emblemáticos
de la fallida Guerra vs el Narco, ahora debemos cuidarnos del acoso por parte
del personal de la DSPM.
Es claro que después del fracaso
de Calderón Hinojosa y el origen de su Guerra vs Narco, pactada con la clase
política y la burguesía nacional, los feminicidios, las ejecuciones y
desapariciones no han cesado, por el contrario, han ido en aumento. En 2006
cuando el panista Felipe Calderón arrancó su proyecto militar como presidente
de México, coincidieron respectivamente como gobernadores los priistas Reyes
Baeza y Cesar Duarte, acerca de la estrategia de guerra en contra del crimen
organizado. En 2012 con Peña Nieto a la cabeza de la presidencia, la guerra
pasó a otro nivel, se agudizaron las cosas e incrementó la violencia. Con
escenarios inversos, la salida del priista Peña Nieto y el regreso del panismo
a nivel estado, nuestro espacio se acrecentó en violencia y términos
bélicos.
Se incrementó la persecución a las
mujeres en las calles, hombres de pelos largos, protagonistas con tatuajes, piercing
llamativos, pantalones rotos, vestimentas haraposas y demás paseante público o
incauto personaje. La DSPM determina en exabruptos y respuestas viscerales de
poder, qué significa ser una persona “sospechosa” y/o estar “fuera de horario”,
así como cometer “faltas a la autoridad”. Se trata de infundir terror de nuevo.
Mientras las autoridades no son capaces, o son parte de ello, para detener el
asesinato de periodistas, evitar balaceras de más de 3 horas de duración y con más
de 5,000 mil casquillos percutidos, el avance y desarrollo del narcotráfico, sí
son capaces de hostigar y amedrentar a la población o a ciertos sectores,
marginales regularmente. Aunque la política venga nombrada de manera federal,
“readaptada” a nivel estado, y en este caso, sentida a nivel local, hablamos de
lo mismo. La eliminación de garantías individuales y derechos constitucionales,
bajo pretexto de un “Estado de Emergencia”, casualmente creado por ellos
mismos, para la contención del descontento social producto de sus políticas de
privatización y desmantelamiento del “Bienestar Social”.
La DSPM es dirigida por Maru
Campos alcaldesa local. A ella corresponde saber y/o responsabilizarse de los
actos cometidos por sus policías. Es menester de quien dirige el ayuntamiento
local, estar en atención de lo que hace su DSPM. Sin dudar de ello, es la Tesorería
Municipal, la dependencia que ve remunerado el daño cometido a través del pago
por concepto de “Multas Seguridad Publica”.
A lo largo y ancho del país, está
más que difundido que Acción Nacional, es y ha sido el partido representante de
los grupos y sectores acaudalados. La Iglesia y los sectores empresariales más
conservadores destacan por sus afiches panistas. El panismo local no resulta la
excepción y Maru Campos personaliza un claro ejemplo. Desde su llegada como alcaldesa,
los operativos policiacos y de tránsito se reactivaron lo mismo que las
ejecuciones. Lo que también aumentó fueron los abusos policiacos y las
balaceras a diestra y siniestra. Mientras ella promueve y realiza sus acciones
benévolas, simpáticas y de corte altruista, ordena a sus policías salir a las
calles a sembrar el terror, ¡perdón! el cuidado y estimulo de la contribución
tributaria.
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