martes, 16 de mayo de 2017

Huelga General: 28 de abril fue un día histórico

Huelga General: 28 de abril fue un día histórico


01 May, 2017 Brasil
 Por: Opinião Socialista – PSTU, Brasil
La fuerza de la huelga se mide por cuánto ella consiguió paralizar. El 28 de abril de 2017 entró en la historia del Brasil como una de las mayores huelgas generales que este país ya vivió. Seguramente, la mayor huelga general desde 1989. Millones de trabajadores de prácticamente todos los Estados cruzaron los brazos y pararon la producción y la circulación de mercaderías y de personas.
Movilización de la CSP-Conlutas y el PSTU en la avenida Paulista. 
Foto: Romerito Pontes

La huelga contó con la participación expresiva de los pesos pesados de la clase trabajadora. De norte a sur del país, cruzaron los brazos los trabajadores de los transportes, tanto ferroviarios como metroviarios y choferes de ómnibus, profesores, bancarios, metalúrgicos, petroleros, y tantas otras categorías.
Una huelga es el acto de parar de trabajar para demostrar la importancia del trabajador. Su éxito depende de cuánto ella consiguió parar. Y el día 28 fue muy fuerte. En un país de dimensiones continentales, es difícil calcular con exactitud la adhesión de esta huelga contra la tercerización, las reformas laboral y previsional. La CUT divulga adhesión de 35 millones de trabajadores, y la Fuerza Sindical calcula entre 35 y 40 millones.
Con una huelga política, el día 28 no fue solo un día de las categorías en defensa de sus derechos, fue más que eso, fue un día de unidad entre los trabajadores empleados, desempleados, organizados en sindicatos del campo y de la ciudad, o en movimientos populares, además de movimientos de lucha contra las opresiones (mujeres, negros, LGBTs). Fue un día de convergencia de la indignación contra las medidas del gobierno, pero también contra el propio gobierno. Esa unidad se vio principalmente en las periferias, por ejemplo, en la Zona Sur de San Pablo.
El país vive un fuerte proceso de luchas desde 2013, pero ahora fue diferente. La indignación fue unificada en una acción única: la huelga general. Los trabajadores pararon la producción y circulación imponiéndole miles de millones en perjuicios a la burguesía. Se estima que solo en el comercio ha habido cinco mil millones de reales en pérdidas.
El 28 de abril marcó además la entrada en escena de la clase trabajadora organizada como clase, con sus propios métodos de lucha. Cuando eso ocurre, las cosas parecen invertirse, pero en realidad aparecen como realmente son y muestran que es la clase trabajadora quien produce y garantiza todo el funcionamiento de la sociedad. Si ella para, las ciudades no funcionan. Si el transporte no anda, no hay distribución de mercaderías ni desplazamiento de personas. Las fábricas no producen, no tienen mercaderías, no hay comercio. Cuando los trabajadores toman conciencia de la fuerza que tienen en la mano, pueden no solo derrotar cualquier ataque o gobierno sino definir su propio futuro.
La campaña de la prensa y la represión
La burguesía y el gobierno saben del peligro que es para ellos la huelga general. Por eso, no es de espantarse la campaña sistemática realizada a lo largo del día 28 contra la huelga. Desde las primeras horas hasta el final del día, fueron horas de reportajes, comentarios y editoriales contra la movilización y a favor de las reformas. Exactamente lo contrario de lo que se veía en las calles: una enorme simpatía de la población a la huelga y repudio a las reformas.
El titular promovido por la revista Veja en la internet recuerda la investigación realizada en vivo por Datena en 2013, cuando el presentador de televisión preguntó si las personas eran favorables a las protestas y fue sorprendido con el resultado. A la pregunta “Usted está de acuerdo con la huelga general de este viernes”, 96% (766.850 personas) respondieron “sí”, y solo 3,8% (31.015) dijeron “no” (en el momento en que era cerrado este texto). En las redes sociales, la amplísima mayoría defendió la huelga general.
Otro argumento utilizado por los defensores de la reforma fue que los actos habrían sido “pequeños”; otra falsedad. Primero, que las protestas fueron importantes. En San Pablo, la ciudad paró todo el día no solo por la paralización de los transportes sino por las protestas que se extendieron por prácticamente todas las regiones, sobre todo en las periferias. En ciudades como Rio de Janeiro, Maceió y Natal, por su parte, las protestas fueron gigantescas.
El gobierno, por su parte, intenta desesperadamente desmoralizar el movimiento, afirmando que el día 28 fue “un fracaso”. No obstante, lo que se desmoraliza todavía más es el propio gobierno, hundido en corrupción. Cualquier persona con el mínimo contacto con la realidad puede sentir los efectos de esta huelga general. Entre bastidores, sin embargo, el gobierno sintió el día 28.
Otra respuesta de los gobiernos al movimiento fue la represión. En Rio de Janeiro, la Policía Militar (PM) reprimió de forma cobarde la protesta en el centro de la ciudad. En Goiânia, un estudiante fue golpeado por un policía y está ahora entre la vida y la muerte. Casos de arbitrariedad y represión gratuita se multiplicaron por todo el país.
¡Avanzar en la lucha contra las reformas del gobierno!
Los trabajadores salen fortalecidos del día 28, y el gobierno debilitado en su tentativa de aprobar las reformas. Pero es preciso avanzar. Las centrales sindicales y los movimientos sociales y populares deben organizar, de inmediato, la continuidad de la movilización, que no puede ser menor que la del pasado viernes. Es necesario preparar desde ya una nueva huelga general más extensa que la del 28, no hay disculpas ahora sobre que “no es posible” una huelga general.
Es fundamental incluso fortalecer los comités de base contra las reformas, y además construirlos donde aún no hay. La organización de los comités posibilita la unificación de la lucha de los trabajadores con el movimiento popular y la población pobre de las periferias, no dejando esa lucha en manos de las burocracias de las centrales sindicales, que no merecen ninguna confianza. Es preciso avanzar, derribar de una vez esas reformas, no aceptar ninguna negociación alrededor de las “enmiendas”, y echar este gobierno y este congreso de bandidos.


Traducción: Natalia Estrada.

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