Huelga General: 28 de abril fue un
día histórico
Por: Opinião Socialista – PSTU, Brasil
La fuerza de la huelga se mide por cuánto ella consiguió paralizar. El
28 de abril de 2017 entró en la historia del Brasil como una de las mayores
huelgas generales que este país ya vivió. Seguramente, la mayor huelga general
desde 1989. Millones de trabajadores de prácticamente todos los Estados
cruzaron los brazos y pararon la producción y la circulación de mercaderías y
de personas.
La huelga contó con la participación expresiva de los pesos pesados de
la clase trabajadora. De norte a sur del país, cruzaron los brazos los
trabajadores de los transportes, tanto ferroviarios como metroviarios y
choferes de ómnibus, profesores, bancarios, metalúrgicos, petroleros, y tantas
otras categorías.
Una huelga es el acto de parar de trabajar para demostrar la importancia
del trabajador. Su éxito depende de cuánto ella consiguió parar. Y el día 28
fue muy fuerte. En un país de dimensiones continentales, es difícil calcular
con exactitud la adhesión de esta huelga contra la tercerización, las reformas
laboral y previsional. La CUT divulga adhesión de 35 millones de trabajadores,
y la Fuerza Sindical calcula entre 35 y 40 millones.
Con una huelga política, el día 28 no fue solo un día de las categorías
en defensa de sus derechos, fue más que eso, fue un día de unidad entre los
trabajadores empleados, desempleados, organizados en sindicatos del campo y de
la ciudad, o en movimientos populares, además de movimientos de lucha contra
las opresiones (mujeres, negros, LGBTs). Fue un día de convergencia de la
indignación contra las medidas del gobierno, pero también contra el propio
gobierno. Esa unidad se vio principalmente en las periferias, por ejemplo, en
la Zona Sur de San Pablo.
El país vive un fuerte proceso de luchas desde 2013, pero ahora fue
diferente. La indignación fue unificada en una acción única: la huelga general.
Los trabajadores pararon la producción y circulación imponiéndole miles de
millones en perjuicios a la burguesía. Se estima que solo en el comercio ha habido
cinco mil millones de reales en pérdidas.
El 28 de abril marcó además la entrada en escena de la clase trabajadora
organizada como clase, con sus propios métodos de lucha. Cuando eso ocurre, las
cosas parecen invertirse, pero en realidad aparecen como realmente son y
muestran que es la clase trabajadora quien produce y garantiza todo el
funcionamiento de la sociedad. Si ella para, las ciudades no funcionan. Si el
transporte no anda, no hay distribución de mercaderías ni desplazamiento de
personas. Las fábricas no producen, no tienen mercaderías, no hay comercio.
Cuando los trabajadores toman conciencia de la fuerza que tienen en la mano,
pueden no solo derrotar cualquier ataque o gobierno sino definir su propio
futuro.
La campaña de la prensa y la represión
La burguesía y el gobierno saben del peligro que es para ellos la huelga
general. Por eso, no es de espantarse la campaña sistemática realizada a lo
largo del día 28 contra la huelga. Desde las primeras horas hasta el final del
día, fueron horas de reportajes, comentarios y editoriales contra la
movilización y a favor de las reformas. Exactamente lo contrario de lo que se
veía en las calles: una enorme simpatía de la población a la huelga y repudio a
las reformas.
El titular promovido por la revista Veja en la internet recuerda
la investigación realizada en vivo por Datena en 2013, cuando el presentador de
televisión preguntó si las personas eran favorables a las protestas y fue
sorprendido con el resultado. A la pregunta “Usted está de acuerdo con la huelga
general de este viernes”, 96% (766.850 personas) respondieron “sí”, y solo 3,8%
(31.015) dijeron “no” (en el momento en que era cerrado este texto). En las
redes sociales, la amplísima mayoría defendió la huelga general.
Otro argumento utilizado por los defensores de la reforma fue que los
actos habrían sido “pequeños”; otra falsedad. Primero, que las protestas fueron
importantes. En San Pablo, la ciudad paró todo el día no solo por la
paralización de los transportes sino por las protestas que se extendieron por
prácticamente todas las regiones, sobre todo en las periferias. En ciudades
como Rio de Janeiro, Maceió y Natal, por su parte, las protestas fueron
gigantescas.
El gobierno, por su parte, intenta desesperadamente desmoralizar el
movimiento, afirmando que el día 28 fue “un fracaso”. No obstante, lo que se
desmoraliza todavía más es el propio gobierno, hundido en corrupción. Cualquier
persona con el mínimo contacto con la realidad puede sentir los efectos de esta
huelga general. Entre bastidores, sin embargo, el gobierno sintió el día 28.
Otra respuesta de los gobiernos al movimiento fue la represión. En Rio
de Janeiro, la Policía Militar (PM) reprimió de forma cobarde la protesta en el
centro de la ciudad. En Goiânia, un estudiante fue golpeado por un policía y
está ahora entre la vida y la muerte. Casos de arbitrariedad y represión
gratuita se multiplicaron por todo el país.
¡Avanzar en la lucha contra las reformas del gobierno!
Los trabajadores salen fortalecidos del día 28, y el gobierno debilitado
en su tentativa de aprobar las reformas. Pero es preciso avanzar. Las centrales
sindicales y los movimientos sociales y populares deben organizar, de
inmediato, la continuidad de la movilización, que no puede ser menor que la del
pasado viernes. Es necesario preparar desde ya una nueva huelga general más
extensa que la del 28, no hay disculpas ahora sobre que “no es posible” una
huelga general.
Es fundamental incluso fortalecer los comités de base contra las
reformas, y además construirlos donde aún no hay. La organización de los
comités posibilita la unificación de la lucha de los trabajadores con el
movimiento popular y la población pobre de las periferias, no dejando esa lucha
en manos de las burocracias de las centrales sindicales, que no merecen ninguna
confianza. Es preciso avanzar, derribar de una vez esas reformas, no aceptar
ninguna negociación alrededor de las “enmiendas”, y echar este gobierno y este
congreso de bandidos.
Traducción: Natalia Estrada.
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