El fracaso de la revolución pasiva
Tomado de: ALAI
El proyecto de Obama nunca
tuvo la intención de desafiar el orden socioeconómico; por el contrario,
trató de preservar y fortalecer ese orden para sostener la globalización
capitalista.
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Ya sea del siglo XX o en sus
variantes emergentes del siglo XXI, el fascismo es ante todo una respuesta a
profundas crisis estructurales del capitalismo, como en el caso de la de los
años treinta y la que comenzó con la crisis financiera de 2008. He estado
escribiendo durante la última década acerca del surgimiento de las corrientes
fascistas del siglo XXI en el contexto del nuevo capitalismo global. Una
diferencia clave entre el fascismo del siglo XX y el fascismo del siglo XXI es
que el primero involucró la fusión del capital nacional con poder político
reaccionario y represivo, mientras que el segundo implica la fusión del capital
transnacional con poder político reaccionario. El trumpismo no representa una
salida; por el contrario, es la encarnación de la dictadura emergente de la
clase capitalista transnacional.
El discurso a
veces velado o disimulado y a veces francamente racista y neofascista del
trumpismo ha "legitimado" y desencadenado movimientos ultra-racistas
y fascistas en la sociedad civil estadounidense. Parece ser que estas fuerzas
están logrando un punto de apoyo en el estado estadounidense a través del
emergente régimen de Trump. Este régimen reúne a billonarios banqueros y
hombres de negocios con generales guerreros activos en política y activistas
neofascistas en un cóctel mortal que amenaza con llevarnos al desastre si la
lucha de resistencia no es capaz de descarrilar el trumpismo.
Este es un momento extremadamente peligroso, pero es muy fluido. Las élites políticas y económicas están divididas y confundidas. El trumpismo ha fracturado aún más a los grupos gobernantes y bien podría estar generando una crisis de Estado que abriría espacio para respuestas populares e izquierdistas desde abajo. Una parte significativa de la élite se opuso a Trump durante la campaña presidencial. ¿Esas élites se acomodarán al régimen trumpista o se volverán contra él?
Este es un momento extremadamente peligroso, pero es muy fluido. Las élites políticas y económicas están divididas y confundidas. El trumpismo ha fracturado aún más a los grupos gobernantes y bien podría estar generando una crisis de Estado que abriría espacio para respuestas populares e izquierdistas desde abajo. Una parte significativa de la élite se opuso a Trump durante la campaña presidencial. ¿Esas élites se acomodarán al régimen trumpista o se volverán contra él?
El
protagonismo político de la clase trabajadora debe alcanzar la hegemonía dentro
de cualquier frente unido contra el neofascismo. La base electoral de Trump
dentro de la clase trabajadora descubrirá muy pronto durante el régimen del
republicano que sus promesas eran un engaño. ¿Cómo se contendrá su rabia?
¿Serán reclutados hacia proyectos del fascismo del siglo XXI o hacia un
proyecto popular, de izquierda y de resistencia y transformación?
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