lunes, 29 de febrero de 2016

Desde la Capital.

Desde la Capital. (07-02-2016).

Y ÉL, LO SABE.
Por: Julio Morales Quiñones.

Que Francisco no viene por papelitos de colores o la retórica estéril; sabe que en su visita recorrerá lugares violentos, pobres, miserables, sin precedente; con índices que cuestionan la capacidad de los gobiernos de todos los niveles; con hechos sangrientos y cosas cotidianas que parecen comunes, pero que solo pasan en las regiones azotadas por el látigo implacable del crimen organizado. La situación prevalece a pesar de las cruzadas, programas, estrategias y planes de seguridad que se burlan con las inversiones económicas y humanas, aparentando tranquilidad. Se suman la violencia invisible de enemigos movidos por espíritus del mal y dioses de la avaricia, protegidos por la impunidad y nutridos por la corrupción. Los Obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano, han mantenido informado al pontífice del oscuro panorama que priva en el que será destino de su primer viaje pastoral de 2016 y los gobernantes no podrán tapar el sol con un dedo; señaló la Arquidiócesis de México en el Editorial “Queremos la paz” de su semanario “Desde la Fe” y subraya que: Francisco sabe que viene al país de niños, jóvenes y adultos desaparecidos; que un día se les raptó del hogar y por incapacidad oficial, hoy Padres y Familias de las víctimas, asumen la tarea que Fiscales y MP´s, no han sabido cumplir.

México sigue inmerso en la impunidad; problema generalizado, ninguna entidad está exenta; en 25 se consideran índices muy elevados y altos. La ineficacia institucional en procuración e impartición de Justicia se acumula y encadena en distintas fases del proceso; desde la comisión del delito, integración del expediente, investigación, posible sentencia del inculpado y reparación del daño a la víctima. Así lo revela la investigación que en 9 meses realizó la UDLAP y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla; un análisis del fenómeno con indicadores específicos por cada entidad del país, e información de fuentes como el INEGI, indican que, en el país solo 7 de cada cien delitos se denuncian. La cifra negra en 2013 llegó a no menos del 92.8% y hoy solo 4.46% de delitos consumados alcanzan sentencia; así, la impunidad llegó a los márgenes del 99%, porque solo 1% de los delitos se castigan.

Cifras oficiales señalan una baja en homicidios, pero El Alto Comisionado de la ONU las contradice, al informar que entre 2006 y 2014, hubo más de 6,000 niños y adolescentes menores de 18, sustraídos por bandas y crimen organizado. Aquí destaca Michoacán, dónde ni un nuevo gobierno ni nuevos planes de desarrollo impidieron que la sangre siguiera corriendo en el estado sometido al crimen, a la anarquía e inseguridad, por el vacío de poder. Ahí, en el mes de enero ocurrieron 52 homicidios violentos y en 3 meses 20 homicidios dolosos. La región como otras, solo vive la paz de los sepulcros”. Al respecto, después de que a nivel global se ubicó a México en 2° lugar (58 de 59) entre los de mayor impunidad, solo debajo de Filipinas, según el ranquin de 2015, la Universidad de las Américas Puebla presentó el índice de impunidad en el país, con media nacional de 67.42 (Chihuahua-59.94), está entre alta y muy alta. La impunidad alimenta la corrupción, aumenta la inseguridad y genera más violencia. Con baja impunidad, habría más bienestar económico, la entidad recibiría más inversiones, crecerían la pequeña y mediana empresas, habría más empleos y mejoraría el bienestar económico del pueblo.

Al desglosar cada entidad de las 25 que están en la lista de muy elevada y alta impunidad, se revela que existe un problema de gobernanza, “que rebasó a todas las instancias de gobierno, que no pueden atender este problema de manera aislada”, ante un fenómeno multicausal y atribuible a los tres niveles de gobierno. Para obtener los resultados del grado de impunidad, el IGI-MEX (Índice de Impunidad de México 2016) coordinado por los investigadores Juan Antonio Le Clerq y Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, se seleccionaron 17 variables de los sistemas de seguridad, excepto la dimensión de garantías individuales, pues, “hallaron vacíos en reportes de las Comisiones Estatales de Derechos Humanos”.


Ningún gobernante o político de los que harán fila en los actos que presida Francisco -protagonistas de alguna forma de la debacle de este país en materia de Justicia- reconocerá voluntariamente sus faltas, pero osará besar el “Anillo del Pescador”, en muestra de lo contrario al respeto y la obediencia.

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