No a la mina en Samalayuca
Por. Carlos Murillo González
Tomado de: CARMUGO SOCIOLÓGICO
Tanto Samalayuca como Ciudad
Juárez se abastecen del mismo manto acuífero (el Bolsón del Hueco) y las
mineras utilizan el vital líquido de manera abundante para sus actividades, lo
cual hace salir el tema de la exclusividad e interés de las y los
samalayuquenses para ubicarse en su verdadera dimensión: si se aprueba la
apertura minera, no sólo el poblado se verá afectado, sino en gran medida
también Juárez y su vecina, la ciudad de El Paso, Texas.
Los peligros están expuestos ya.
El problema no es nada más para Samalayuca, donde una parte de su población
está siendo engañada (¿o comprada?) por promesas de trabajo y derrama económica
para instalar la minería en su sección y, aunque están en su legítimo derecho
por buscar atraer empresas para su beneficio y desarrollo, en este caso no
están considerando el impacto más allá de su espacio de influencia y tiempo.
Las concesiones mineras se otorgan por décadas de veinte años o más y cuando se
van después de haber extraído los metales deseados, dejan una estela de muerte:
tierras infértiles, residuos tóxicos, enfermedades, desolación.
Samalayuca se encuentra a 50
kilómetros de Ciudad Juárez, en el extremo sur del municipio, con una población
de unos 1,500 habitantes, dedicados sobre todo a actividades del campo. Es
conocido por sus famosos y saqueados médanos (donde se han filmado películas
como Dune) zona desértica con flora y fauna única protegida desde el 2009.
Ciertamente es una localidad olvidada del progreso con muchas carencias,
necesidades y un bajo nivel educativo, lo cual la hace precisamente vulnerable
a la manipulación y el engaño.
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