domingo, 30 de agosto de 2015

No a la mina en Samalayuca

No a la mina en Samalayuca

Por. Carlos Murillo González

Tanto Samalayuca como Ciudad Juárez se abastecen del mismo manto acuífero (el Bolsón del Hueco) y las mineras utilizan el vital líquido de manera abundante para sus actividades, lo cual hace salir el tema de la exclusividad e interés de las y los samalayuquenses para ubicarse en su verdadera dimensión: si se aprueba la apertura minera, no sólo el poblado se verá afectado, sino en gran medida también Juárez y su vecina, la ciudad de El Paso, Texas.

Los peligros están expuestos ya. El problema no es nada más para Samalayuca, donde una parte de su población está siendo engañada (¿o comprada?) por promesas de trabajo y derrama económica para instalar la minería en su sección y, aunque están en su legítimo derecho por buscar atraer empresas para su beneficio y desarrollo, en este caso no están considerando el impacto más allá de su espacio de influencia y tiempo. Las concesiones mineras se otorgan por décadas de veinte años o más y cuando se van después de haber extraído los metales deseados, dejan una estela de muerte: tierras infértiles, residuos tóxicos, enfermedades, desolación.

Samalayuca se encuentra a 50 kilómetros de Ciudad Juárez, en el extremo sur del municipio, con una población de unos 1,500 habitantes, dedicados sobre todo a actividades del campo. Es conocido por sus famosos y saqueados médanos (donde se han filmado películas como Dune) zona desértica con flora y fauna única protegida desde el 2009. Ciertamente es una localidad olvidada del progreso con muchas carencias, necesidades y un bajo nivel educativo, lo cual la hace precisamente vulnerable a la manipulación y el engaño.




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