Resumen Latinoamericano/Marcelo Righetti/Marcha, 29 de julio de 2015 – La decisión del primer ministro griego, Alexis Tsipras, de firmar el plan de rescate que la Unión Europea le impusiera al país heleno, ha generado una gran perplejidad entre quienes apoyaban al gobierno de Syriza frente a las presiones de la troika (FMI, Unión Europea y Banco Central Europeo). Quienes unos días antes saludaban alborozados el llamado al referéndum para definir si se aceptaban las condiciones de lo que el propio Tsipras llamó “chantaje” de las instituciones europeas y el FMI, remarcando el coraje que mostraba el joven líder griego, han quedado con la boca abierta, sin comprender cabalmente lo que sucedió. Rápidamente comenzaron a aparecer expresiones como capitulación, defección o traición, algunas de las cuales pueden contener ciertos visos de explicación pero que en general tienden a generar una imagen caricaturizada que distorsiona las complejidades del proceso todavía en curso.
Hagamos una breve comparación. El estancamiento económico en la Argentina de finales de la década del ´90, convertido en recesión desde 1997/1998, implicó la aplicación de medidas de ajuste para hacer frente al problema de la deuda que había crecido abrumadoramente para mantener la convertibilidad. El ascenso de la conflictividad social por parte de los excluidos de los beneficios de este modelo, la tensión al interior del bloque del poder económico dominante entre “dolarizadores” y “devaluacionistas” y la incapacidad de generar gobernabilidad por parte del sistema político y sus partidos, fueron el marco para el estallido popular de diciembre de 2001.
La estrategia política de Syriza de luchar contra los planes de austeridad que impulsa la troika pero manteniéndose dentro de los marcos de la Unión Europea y la zona euro, le permitió alcanzar la presidencia pero se ha mostrado imposible de aplicar, por lo menos para ser encarada desde la pequeñísima Grecia que apenas mueve el amperímetro de poder en el Viejo Continente.
Difícil parece que la socialdemocracia europea vire hacia posiciones progresistas después de que ha venido deslizándose por un enjabonado tobogán neoliberal desde la década del ´80. Por otra parte, al señalar que la alternativa a ir por fuera de Europa es el fascismo de Le Pen en Francia o de Amanecer Dorado en Grecia, acota el margen de acción de los sectores populares con horizontes de mayor justicia social a una pequeñísima ventana, más pequeña que el ojo de una aguja.
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