H
oy, cuando las cárceles de México se llenan de luchadores sociales y los panteones de estudiantes, la principal urgencia es la presentación con vida de los 38 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos desde hace siete días (las autoridades hablan de 43). La responsabilidad es del Estado y es la sociedad en su conjunto la que no puede cejar ni un segundo en su exigencia.
Los casos de impunidad se acumulan. No es explicable que el gobernador perredista Ángel Aguirre permanezca en el cargo. Sus presos políticos aguardan en las cárceles, y desde ahí, Nestora Salgado, de la Policía Comunitaria de Guerrero, envía un mensaje:
Únanse a los muchachos de Ayotzinapa. No los dejen solos en estos momentos. Que no hagan lo que quieren hacer con ellos. Clemente Rodríguez, padre de otro de los desaparecidos, insiste:
El gobierno sabe dónde están.
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