Desde hace seis años cuando Israel lanzó una guerra relámpago contra
Gaza, ese país salió de la franja sólo después de que alrededor de 700
residentes de Gaza ––hombres, mujeres, niñas y niños—estaban muertos.
Ocultas, también, son las raíces de esta matanza. Más de medio siglo
de violaciones del derecho internacional con masivos saqueos de tierras,
robo del agua e imposición de una cruel ocupación militar por un Estado
colonialista de exterminio y repoblación, al que no le hacen falta los
pueblos originarios de Palestina a la vez que codicia sus tierras.
Gaza se ha convertido en una prisión a cielo abierto, la más grande
en la faz de la tierra, presidida por un gobierno de apartheid que mata a
sus ciudadanos como si matara pollos.
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