Las demandas y voces de protesta se levantan por todo Estados Unidos.
Las voces de hombres y mujeres, hasta de niños y niñas. Voces de rabia,
voces de esperanza y voces de profunda y masiva descontenta.
Porque en el país más rico de la tierra, la pobreza lanza monedas en
la esquina de la calle, esperando contra toda esperanza a ganar. Porque el estado neoliberal es incapaz de ofrecer una sencilla educación. Porque la escuela de hoy es la prisión de mañana. Un lugar donde
reside el odio y la humillación, y no el conocimiento, o la educación
–bajo el ridículo lema “ningún niño queda atrás”.
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