El
Señor SOLÉ TURA: […] Creo que es necesario subrayar el hecho de que
hemos aprobado hoy no sólo este artículo [el art. 8 de la CE, sobre las
Fuerzas Armadas], sino también un artículo que habla de la
constitucionalización de los partidos políticos y otro que recoge
también el principio de la libertad sindical y de organización
profesional.
[…] Durante muchos años se nos ha intentado presentar que
Fuerzas Armadas significaba contraposición radical a los partidos
políticos o viceversa. Creo que hoy hemos sentado las bases para
demostrar que eso es falso. Que son no sólo compatibles, sino
necesariamente compatibles […]. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, nº 67 de 1978, p. 2380
Por eso me interesa comenzar esta breve
reflexión sobre “la profesionalización de lo político” desmenuzando el
discurso del enemigo, ya que probablemente eso nos permitirá identificar
mejor el problema. Como muestra, un botón reciente: el artículo de
opinión Puertas giratorias, firmado por Aguirre o la Cólera de Dior[2]. En dicho texto, la que fuera Condesa de Murillo[3] hace gala del desparpajo madrileño (léase de la falta de filtro) que le es característico:
El argumento de Huntington en defensa del
control civil objetivo revela más de lo que puede parecer. Muestra, en
último término, que el control civil subjetivo no es capaz de garantizar
la obediencia del ejército al Estado, que el ejército nacional es, en
suma, un ejército que sólo funciona de forma apropiada cuando lo guían
unas ciertas convicciones, cuando se fundamenta en una homogeneidad
ideológica que el Estado no puede garantizar.
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