Uno de los grandes aciertos de
los padres y los estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro
Burgos" de Ayotzinapa ha sido la articulación de su valiente búsqueda de
los 43 desaparecidos dentro de un proyecto político más amplio hacia la
transformación de raíz del sistema político conjunto. "Esto que vivimos,
con lo doloroso que es, es una oportunidad única para escalar la presión, para
lograr una movilización generalizada que trascienda Ayotzinapa, que trascienda
Guerrero, que pueda poner fin de una vez por todas a la situación intolerable
de violencia e impunidad que está viviendo México desde hace años. Ojalá no la
dejemos escapar", señaló en su momento Omar García.
Esta visión permitió sumar en muy
poco tiempo a una multitud de diferentes causas y actores a lo largo y ancho de
la nación y en el mundo entero. En el momento cumbre del movimiento, el 20 de
noviembre de 2014, se unió en un solo coro la voz de todas y todos los
mexicanos indignados desde Cochoapa el Grande hasta Tokio y desde Iguala hasta
París para juntos exigir simultáneamente: "¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos
los queremos!" y "¡Fuera Peña!"
Sin embargo, la reciente
sustitución de la exigencia de la destitución de Enrique Peña Nieto y el
repudio al Partido Revolucionario Institucional por la demanda de la
cancelación de las elecciones del próximo 7 de junio ha dividido y debilitado
al movimiento. Específicamente, genera una incómoda cuña entre amigos y colegas
que confían en algunos de los candidatos de Morena y los que piensan que este
nuevo partido está igual de podrido que los demás. En aras de mantener unidas
las diversas corrientes que apoyan la histórica lucha de Ayotzinapa, sería
recomendable que los admirables líderes guerrerenses reconsideraran su
posición...
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