Por: Mumia Abu-Jamal
La imagen de un imperioso candidato presidencial del Partido Republicano, Donald Trump, lo dice todo cuando llama a prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos.
Sus comentarios inundan el globo. Son la más reciente expresión del temor, odio e impresionante ignorancia estadounidense, que se basa en la ilusión de “la inocencia americana”.
Muchísimos musulmanes han estado en el país durante siglos. Han sido invisibles, en buena medida por ser negros. Los africanos capturados en lugares como Senegal en la costa occidental de África llevaron con ellos sus creencias. Entonces ya es un poco tarde para prohibir su entrada.
Además, la convocatoria tiene poco que ver con los inmigrantes musulmanes y todo que ver con los musulmanes nacidos aquí, especialmente para los estadounidenses blancos que se sienten ansiosos por la caída en su posición demográfica ––y el precipitado crecimiento de la Norteamérica morena.
Al imaginarse ellos mismos como cristianos, en vez de lo que realmente son ––nacionalistas blancos–– se posicionan como enemigos del islam y de mil millones de habitantes de los estados musulmanes en Asia, África y el Medio Oriente.
Tampoco es una casualidad que éste es un esfuerzo republicano, porque este partido político ha estado corriendo hacia su ser blanco durante más de medio siglo, un fenómeno tal vez mejor expresado por el sociólogo Andrew Hacker (1995) en su libro Two Nations: Black and White (Dos naciones: blanco y negro):
“Uno de los dos partidos políticos principales ––el republicano––ha hecho todo menos declarar en público que está dispuesto a ser considerado un partido blanco, preparado para representar a los estadounidenses blancos y defender sus intereses. Por supuesto, los gobiernos republicanos aseguran el nombramiento de unos pocos oficiales negros, que sean conservadores vehementes o moderados taciturnos dispuestos a mantenerse en la sombra. (Y son especialmente hábiles en encontrar candidatos aptos para la Suprema Corte o la Jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares.) Un punto no escrito en la estrategia del partido es que pueden ganar las deseadas posiciones políticas sin los votos de los negros. Además, al enviar un mensaje en el que ni quiere ni necesita sus votos, siente que puede atraer aún más votos de un electorado más grande de estadounidenses blancos que quieren un partido dispuesto a representar su identidad racial”.
Ahora aproximadamente 7 u 8 millones de votantes musulmanes no deben de preocuparse; el Partido Republicano ya no necesita ni quiere sus votos.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
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