Haití, un infierno que nunca
acaba
By: Kanto Libre
Existe un país en las Antillas
que casi es una nación invisible, se llama Haití y sus habitantes han estado
luchando para sobrevivir desde 1804 debido a una grave crisis económica que
resultó de la injerencia de la civilización occidental.
Y pensar que Haití, que fue la
primera nación en el mundo en abolir la esclavitud, adelantando en tres años a
Inglaterra, y fue el primero en América Latina y en el Caribe en declarar su
independencia en 1804; por esto fue finalmente “arrojado al basural por eterno
castigo de su dignidad”, según el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Más de seis millones del total de
10,4 millones de habitantes viven en la pobreza ganando menos de 2,44 dólares
al día y otros 2,5 millones viven en la pobreza extrema con menos de 1,24
dólares al día. Su promedio de vida es de unos 50 años. Haití es el país con el
mayor número de analfabetos en América: 54,3 por ciento de habitantes (5,6
millones).
Cualquier disidente o descontento
se tildaba de ser “comunista”, la misma característica que dio el presidente
Ronald Reagan al sacerdote católico salesiano portavoz en su país de la
Teología de la Liberación, Jean-Bertrand Aristide por su participación en las
manifestaciones populares contra el duvalierismo. Y no podía ser de otra forma
debido a la convicción de Aristide que “el capitalismo es un pecado moral”. En
el período 1986-1991 cuando las dictaduras militares se turnaban
frecuentemente, Aristide se convirtió en un fuerte portavoz de la resistencia.
Fue elegido presidente en 1991 con las consignas “dignidad, transparencia,
participación, simplicidad” pero en menos de ocho meses fue sacado del poder
por un golpe militar. Posteriormente la historia se repitió en 1994-1995 y en
su tercera presidencia 2001-2004 fue derrocado por una oposición llamada la
Convergencia Democrática, creada con el apoyo de Washington que no le perdonaba
a Aristide su acercamiento a Cuba y Venezuela y sus amplios programas sociales.
De acuerdo al luchador social
haitiano y economista Camille Chalmers, “estamos aún bajo las botas de
ocupación militar. Ya no son soldados norteamericanos, pero es la MINUSTAH,
instrumentalizada por el imperialismo que llegó en 2004 y sigue el papel de la
dominación y la instalación de las condiciones para favorecer el saqueo de
nuestros recursos a favor de las empresas norteamericanas. Se trata de tropas
que buscan remilitarizar la cuenca del Caribe para defender sus intereses
estratégicos, sobre todo frente a los pueblos rebeldes como Cuba y Venezuela”.
Ver completo en: Kaos en la Red
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