El
proceso de elaboración de una Constitución para la Ciudad de México sería una
oportunidad de oro para articular la amplia diversidad de corrientes opositoras
al régimen de oprobio que hoy nos mal gobierna. Los 9 millones de habitantes
del Distrito Federal se encuentran entre los más participativos y visionarios
del país. Un proceso verdaderamente democrático que permitiera el libre flujo
de ideas podría generar una explosiva sinergia ciudadana contagiando a las
otras entidades del país con un espíritu rebelde y renovador.
Desde
hace décadas los capitalinos han estado a la vanguardia en las transformaciones
políticas nacionales. La histórica participación solidaria en respuesta al
terremoto de 1985 en la Ciudad de México dio una contundente lección al régimen
autoritario y neoliberal encabezado por el presidente Miguel de la Madrid. Y
las sorpresivas victorias electorales de la izquierda durante las primeras dos
elecciones para la jefatura de gobierno, primero con Cuauhtémoc Cárdenas en
1997 y después con Andrés Manuel López Obrador en 2000, generaron una enorme
esperanza entre la población de que era posible concretar una nueva forma de
hacer política.
Hoy
los habitantes del Distrito Federal siguen siendo los ciudadanos quienes tienen
menos tolerancia para las mentiras del PRI y del PAN. Las elecciones de 2006 y
2012, tanto para la Presidencia de la República como para la jefatura de
gobierno, casi desaparecieron al PRI del mapa político en la capital y han
mantenido al PAN con una representación estrictamente minoritaria. Y
actualmente los capitalinos reprueban de manera contundente tanto a Miguel
Ángel Mancera como al PRD por su actitud represora, su deleznable servilismo a
Enrique Peña Nieto y su abierta complicidad con el régimen de corrupción neoliberal.
Sin
embargo, si bien predomina una actitud crítica y consciente, los “chilangos”
también somos víctimas de sectarismos y desconfianzas propios de la vida urbana
que debilitan nuestra capacidad de acción colectiva. La intensidad de la vida
profesional, personal y escolar también obstaculiza la coordinación de
esfuerzos. En lugar de caminar juntos a favor de una meta común, la dinámica de
la vida en el Distrito Federal empuja a los capitalinos hacia la multiplicación
de nuevas iniciativas, muchas relevantes e importantes pero sin articulación
alguna entre sí...
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