El mismo día que el artículo fue publicado Sokal desveló en otra revista que era un fraude:
“Mi
artículo es una mezcla de verdades, medias verdades, cuartos de verdad,
falsedades, saltos ilógicos y frases sintácticamente correctas que
carecen por completo de sentido
Era difícil de entender, lejano, estéril.
Además, si algo había aprendido la izquierda del siglo XXI es que
cualquier momento es bueno para escindirse. De hecho, un partido no es
realmente marxista hasta la quinta escisión. ¿Por qué arriesgarse a otra
pelea por una disputa epistemológica?
La pregunta que siempre me hacía era: ¿por
qué esa tendencia de la izquierda a creer en pseudociencias? Quizás sea
efecto de un “espíritu crítico” mal entendido que hace que se desconfíe
sistemáticamente de cualquier verdad oficial y tome como cierta
cualquier verdad alternativa.
Alan Sokal, en plena guerra civil, se definió como:
“viejo
izquierdista impenitente que nunca ha entendido cómo se supone que la
deconstrucción va a ayudar a la clase obrera. Y soy también un viejo
científico pesado que cree, ingenuamente, que existe un mundo externo,
que existen verdades objetivas sobre el mundo y que mi misión es
descubrir algunas de ellas”.
En esta lucha, como en la de clases, también hay dos bandos. Y debemos elegir en qué lado de la barricada queremos luchar.
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