La militarización de la contrarreforma educativa
Tomado de : la Jornada / Por: Carlos Fazio
Enmarcada en una vasta campaña de intoxicación
desinformativa focalizada en la satanización del magisterio disidente, mediante
sobornos corruptores y mentiras se intenta someter a las y los maestros del
país, y establecer un nuevo régimen de control y vigilancia acorde con la
visión de la clase dominante. Como señaló Noam Chomsky en su obra Lucha de
clases (Grijalbo, 1997), la intención de la comunidad empresarial es contener y
limitar la democracia (así sea meramente formal), las libertades públicas y los
derechos laborales y humanos, y hacerlos retroceder y si es posible abolirlos.
Se trata de una estrategia de rollback, de dominio y vuelta atrás.
La millonaria y
demagógica campaña propagandística de la Secretaría de Educación Pública (SEP)
tiene esa finalidad: destruir las hilachas del antiguo contrato social y
desarticular los escasos espacios democráticos conquistados por la lucha los
trabajadores. Se busca volver a la estructura social de los días del
porfiriato, cuando los salarios eran casi de esclavos. Y desaparecer también
todos los derechos gremiales. Primero buscan acabar con la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); después seguirá el SNTE y
todos los sindicatos. La disyuntiva es clara: hambre o cárcel. Y puede ser aún
peor: la muerte.
La evaluación
militarizada y el examen punitivo no son simples procedimientos técnicos y,
sobre todo, no son neutrales. Se usan para impulsar determinado modelo y están
directamente vinculados al tipo de proyecto político-ideológico que está
implantando el régimen a marchas forzadas. Como consignó aquí Arturo Cano, un
modelo educativo que necesita 3.3 policías por cada maestro que presentó examen
habla por sí solo. Desnuda la verdad oficial y exhibe el fracaso gubernamental.
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