Sobreviviendo a la guerra contra el normalismo.
Sobreviviendo a la guerra contra el normalismo.
Por: Débora Poo Soto –texto y fotografías-
Si el provenir pertenece a la juventud,
esta tiene el deber de luchar
sin descanso por él
José Diaz Ramos
En la meseta Purépecha
A la entrada de Turícuaro se encuentra la barricada de lxs normalistas. Es la madrugada del viernes, casi a las siete el cielo comienza a clarear. Un pequeño grupo de normalistas ha hecho guardia desde las cinco de la mañana y esta por terminar su turno. El grupo, que se retirará, sufrió el frío de la madrugada y diarrea durante toda la noche. Se podría decir que se la vivieron en la letrina durante sus horas de descanso y las de guardia. Un normalista bromea “estaba en la letrina y pensé: ‘sí esto no es ganarse la plaza entonces ¿qué es?’”, todxs se ríen e intentan sobrellevar la situación de la mejor manera. Las guardias se desarrollan durante las 24 horas y los grupos se conforman con estudiantes de distintas Normales. Todas las Normales públicas de Michoacán luchan juntas, desde hace varios años se agrupan en la Organización de Normales Oficiales del Estado de Michoacán (ONOEM). A las siete pasadas llega el siguiente grupo, el sol se asoma, aunque el calor de sus rayos rara vez se siente, está nublado.
Entre las platicas de distintos temas, se escuchan las voces de algunxs normalistas que se definen así mismxs cómo: “almas en pena”. Lxs que se sienten en el limbo son quienes han concluido sus estudios: lxs egresadxs. Han dejado de ser estudiantes y no tienen plaza, aprendieron para enseñar y no aún no tienen claro cuándo podrán ejercer como docentes. Se molestan unxs a otrxs y se acusan: “tienes mirada de egresadx, despiertas y piensas: ‘¿qué sigue?’”, no hay tesis en la cual trabajar y no hay un aula a la cual acudir a enseñar. Bromeo con ellxs: “por eso yo no quiero terminar mi tesis” todxs reímos.
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